Mi vida para mí.

Ya pasé la etapa de los blogs públicos, llevo como treinta.Sin embargo jamás hice mi propio blog, uno que hable un poco de mí, de mi historia, mis amores y desamores, mis viajes, mis poemas, mis relatos, mis amigos, las cosas que me gustan.Por eso quiero inaugurar esta especie de Diario íntimo-aunque tal vez no tanto-. Simplemente para escribir lo que sienta, lo que quiero, lo que me sale, lo que Soy. "Escribir para mí y por mí". Bienvenido a mi PC blog amigo, aquí charlaremos juntos de tanto en tanto-ya que soy furtiva e inconstante-.

26.8.09

La chica de la Boutique, primer trabajo. Etam.


Empecé a trabajar cuando corté con Jorge, mi primer novio-de quién todavía no hablé-.Las razones habían sido que mientras estaba de novio, apostaba a la vida aburrida de un futuro matrimonio con hijitos y haciendo las tareas domésticas y por supuesto, mantenida por él. No me conflictuaba el tema ya que en aquellos años lo usual era que fuese el hombre el que trabajaba afuera.Pero la relación se terminó y decidí cambiar mi manera de vivir y de pensar; aquí entra la segunda razón, quería que él se enterara de que me había convertido en una mujer independiente.Al principio fui una "chica de boutiques". No buscaba avisos por el Diario.Me iba a caminar por Alvear y cuando leía en un local "se necesita vendedora", me mandaba. Tuve suerte en mi primer intento, me tomaron en Etam. Enseguida aprendí mi trabajo. Lo único que me molestaba era que tenía obligación de ir bien vestida, maquillada, pantalones jamás y tacos altos siempre. Eso resultaba incómodo teniendo que estar de pie tantas horas.Además, nos tenían cortitas. Etam era de origen inglés y la encargada parecía un Ama de llaves.Sobria, seria, autoritaria e insípida.Atendíamos por turno, pero igual gané una mención a la vendedora del mes.Ese premio era porque algunas clientas pedían por mí. Y creo que mi virtud-y me cago si me dicen egocéntrica porque lo acepto-, era que siempre les decía la verdad. Esos tiempos no eran como los actuales en que los vendedores estan al pedo y uno hace Self-service. Por eso teníamos que involucrarnos con los clientes, ir al probador, preguntar, mirar. Y mi caso era que un par de veces me atreví a sugerirles otra prenda porque el color les apagaba o era demasiado fuerte o lo que sea. Creo que por eso me gané clientas, sabían que no me interesaba venderles por vender. De todos modos no duré mucho cuando empecé a sentir que era trabajo insalubre tantas horas de pié, sin dejarnos sentar ni cinco minutos, sin dejarnos chupar un caramelo, en fin, sin darnos pequeñas libertades. Pero como no tengo ganas de dar detalles, seguiré en otra entrada.

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