
Todavía no empecé el día pero tuve el impulso y como ésta es mi segunda casa, lo cuento.
Escribo como hablo -salvo en los escritos bonitos para que se lean en otro lado-,y cuando digo malas palabras, cuando las hablo, no suenan mal. Mis compañeras de pilates dicen que suenan divertidas y no agresivas y además, se las copiaron. Pero en textos escritos no me gustan, así que decidi cambiarlas por algunas más finas.O simplemente evitarlas. Más tarde, si tengo ganas y tiempo, les voy a contar por qué creo que fui sacerdote o monje en mi última encarnación y voy a subir otra carta de Enrique, esas que llegan desde algún lugar. Si me leés puse una etiqueta en el blog y es justamente tu nombre.
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